martes, 19 de mayo de 2015

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jueves, 26 de febrero de 2015

La música de las esferas. De Pitágoras a la física moderna.



Ve cómo el gran maestro,
a aquesta inmensa cítara aplicado
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustentado.”

Estos versos de Fray Luis de León pertenecen a la “Oda a Francisco de Salinas” y están ausentes de de la primera edición impresa de la obra, llevada a cabo por la familia Quevedo en 1631. Aunque reaparecen en una edición realizada por Merino en 1816, ese hurto inicial al poema ha continuado en algunas ediciones posteriores. Su presencia relaciona la oda a un tema fundamental de la historia de la música y de la  historia espiritual humana: la música de las esferas, la comprensión del cosmos como un todo armónicamente ordenado del que hombre forma parte en su aventura. Lumsden Kouvel, investigador del poema, escribió al respecto: “En efecto, falta en los manuscritos de la familia Quevedo,... Al fin y al cabo la atrevida figuración de Dios como el gran citarista del cielo infundía miedo a los que vivían en la sombra creciente de la Inquisición. Incluso al mismo Fray Luis, o por lo menos a su copista, quizás les influiría este escrúpulo...


            Los pitagóricos pensaban que el movimiento de los cuerpos celestes emitía sonidos, tal y como sucede con el movimiento de los cuerpos en la Tierra. Presumieron que la Luna, el Sol, las estrellas, inmensas y numerosas, producirían un sonido colosal. Trataron de observar sus velocidades y distancias y concluyeron que establecían las mismas proporciones que las consonancias musicales. El movimiento de las estrellas correspondía a una armonía. ¿Pero por qué no eran audibles dichos sonidos? Desde que el ser humano nace al mundo, respondieron, tales sonidos jamás cesan, siempre están presentes, por tanto, es imposible distinguirlos del silencio. Kepler también se adheriría a esta teoría veinte siglos más tarde.

 
            En 1998 la NASA envió, dirección al Sol, un satélite destinado al estudio de su turbulencia atmosférica. En el tejano Southwest Research Institute, el estudio de los datos reveló que el Sol emite ondas sonoras trescientas veces más graves que las puede captar un oído humano. La idea que encarna la música de las esferas posee un enorme atractivo simbólico, es sugerente y seductora. Algunos historiadores rastrean su pervivencia hasta la contemporánea teoría de cuerdas, un modelo físico en el que las partículas materiales son en realidad “estados vibracionales” de un objeto más básico, una cuerda o filamento. Dependiendo del modo en que vibre la cuerda el observador contemplará un electrón, un quark, un fotón, etc. Siempre en función del tipo de vibración. Es obvio que el camino que esta teoría sigue para su composición es muy distinto al llevado a cabo por los pitagóricos y su monocordio, aquel instrumento de una sola cuerda creado para la investigación de las vibraciones musicales, pero no deja de ofrecer un parecido y caracteres míticos para el profano, igualmente sugerentes. De este modo, todo lo que existe se sustenta en una danza cósmica, una música microscópica que armoniza la realidad. 


No quiero melodía. Ruedan suaves,
sin melodía, las esferas. Giran
inmelódicas, suaves. ¿Ruedan, giran?
Tácito vals de las esferas suaves.


            Aristóteles denostó las teorías pitagóricas y con él una gran parte de la tradición occidental. Sin embargo, Kouvel, en su intento de desentrañar el poema de Fray Luis de León, alude a la pervivencia de dichas teorías en determinados bastiones culturales. Según su propuesta, el poeta Fray Luis escancia el pensamiento de Macrobio, gramático romano del siglo cuarto, que recoge y remoza teorías pitagóricas y platónicas. 


Según Macrobio, el  alma humana puebla originalmente la esfera estrellada, «libre de toda contaminación corporal», y poco a poco va deslizádnosle por las esferas inferiores, cargándose por el pesado fardo de los pensamientos terrenos. «Pasa por las siete esferas errantes, que vuelan en sentido contrario a la estrellada, y en cada una se ponen más incrementos corporales hasta llegar a la etapa de muerte que en la tierra se llama vida» Macrobio describe: «todas las almas... en su descenso beben del olvido, unas más, unas menos». Cuanto menos sea su olvido mayor es la posibilidad de que puedan acceder a la verdad. El auténtico conocimiento, la gnosis profunda capaz de iluminar las tinieblas, no es una información o experiencia nuevas, sino la recuperación de algo que nos habita, un recuerdo que habíamos enturbiado, o simplemente abandonado en un oscuro e inaccesible rincón de nosotros mismos: la vivida memoria de la primera morada del alma.



Macrobio continúa: «todos los sabios admiten que el alma también está derivada de las consonancias musicales». De ahí la importancia de la música en las ceremonias religiosa y de ahí su efecto cautivador y transformador sobre la mente y el ánimo, sobre las emociones y el espíritu incluso de “los más salvajes, porque el alma que está dentro del cuerpo lleva consigo la memoria de la música que conocía en el cielo» Y esto, como señala de nuevo  Kouvel, es en el sentido más literal, pues el alma humana está compuesta de música.

“¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!
A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro;
que todo lo visible es triste lloro.”

          Para finalizar enlazamos el video " El monocordio según Marín Mersenne". Descrioción del proceso de construcción del monocordio expuesto por Marin Mersenne en su Harmonie Universelle de 1636. Realizado por Carlos Calderón Urreiztieta. Luthier Ramón Elías Gavernet. Altet. 2005. 


jueves, 5 de febrero de 2015

Los Giros de la Tierra. Rumi. Veloso.



          Aun giraban los derviches, siete siglos después de la muerte de Rumi, cuando llegaron las primeras fotos de la Tierra. Caetano Veloso estaba en la cárcel y las recibió de su mujer. El mundo, que era inmenso y a la vez pequeño, gravitaba las distancias insalvables de una única noche espacial. Inspirado por el recuerdo de aquella visión compuso “Terra”:
Quando eu me encontrava preso

Na cela de uma cadeia

Foi que vi pela primeira vez

As tais fotografias

Em que apareces inteira

Porém lá não estavas nua

E sim coberta de nuvens...



Terra! Terra!

Por mais distante

O errante navegante

Quem jamais te esqueceria?...

          Veloso describe el sentir común de miles de humanos al contemplar la imagen del planeta que habitan. Punset lo recuerda (1): “Siempre me fascinó lo que pusieron de manifiesto las primeras fotografías de la Tierra tomadas desde el espacio. Aquí abajo el tejemaneje de la política consiste en conciliar los intereses supuestamente contradictorios de los distintos países, mientras que desde el espacio ninguna de las fotografías señala la existencia de fronteras separando a un país de otro. Son todas inventadas.” 

                                                             Una de las primeras fotos de la Tierra vista desde fuera.

            No existen límites, ni mapas, ni bordes a un territorio que es siempre más amplio que el concepto que trata de abarcarlo. Por eso comenzamos esta entrada dando un rodeo de quinientos años para desembocar en Rumi, el poeta persa creador de la danza de los derviches giróvagos (2). El movimiento de sus bailiarines asemeja el de los planetas en su danza cósmica: giran alrededor de la luz, una única noche les envuelve, derivan en un mar infinito, donde no existen separaciones, sólo un baile de formas cambiantes, rostros distintos de una única realidad.
            Rumi trabajaba como instructor y rector en la Universidad de Konya, capital de Anatolia, la actual Turquía, cuando a sus 34 años el encuentro con otro hombre cambió su vida. Su hijo Sultan Walad lo describe así: “Tras conocer a Shams, danzó mi padre toda el día y cantó toda la noche. Había sido un erudito y se convirtió en un poeta. Había sido un asceta y se embriagó de amor”. Existen varias versiones del encuentro entre Rumi y el derviche errante Shams-e Tabriz. Dos de ellas son muy similares. En ambas Rumi se encuentra en medio de una disertación cuando Shams aparece y destruye sus libros para resucitarlos luego. En una de ellas los arroja a un estanque, incluido un ejemplar escrito a mano por el padre de Rumi, luego los rescata intactos. En la otra versión los libros arden ante una señal de las manos de Shams. Los rescata de sus cenizas. Varían los elementos: agua y fuego. En la última versión Shams convierte en cenizas el conocimiento ilusorio de los libros y su fuego prende el despertar de Rumi. En la primera, el saber hasta entonces estéril encerrado en aquella biblioteca es purificado por un bautismo sagrado, reconvertido a una nueva forma de conocimiento abierto y vivo. La conversión y la higiene son propiedades fundamentales del agua. Del mismo modo que la destrucción y la transformación, sea del alimento o la energía, sea para la obtención de calor o la luz, son apreciadas propiedades del fuego. En ambas el conocimiento yerto palpita en Rumi, y le descubre la gracia de amar. 

 Yalal ad-Din Muhammad Rumí
            Dieciocho meses después de aquel encuentro, Shams despareció. De nuevo las versiones se multiplican. Shams abraza la noche y desaparece. Rumi dormido lo ignora hasta el amanecer. Discípulos del poeta le asesinan envidiosos del trato que recibe. Rumi cae en la desesperación. Como la caña cercenada del cañaveral, gime su separación del amado. Escribe: “siempre que un amante llora, está contando su historia.” Pero en la felicidad de la presencia y el dolor de la ausencia, Rumi se ha convertido a una nueva fe (3). Ibn Arabi (4) la describe de este modo: “Mi corazón abarca todas las formas, contiene un prado para todas las gacelas y un monasterio para los monjes cristianos. Hay un templo para los idólatras y un santuario para los peregrinos; en él está la tabla de la Tora y el Libro del Corán. Yo sigo la religión del Amor y voy por cualquier camino por donde me lleve Su camello. Ésta es la verdadera fe; ésta es la verdadera religión.
            La tierra gira. El movimiento es amor. Todas las religiones que la pueblan no son sino formas de una misma realidad. En Konya renace una danza sagrada. Los derviches seguidores de Rumi giran sin cesar sobre sí mismos. “Día y noche danzó mi padre en éxtasis, escribe su hijo, girando en la tierra como los círculos celestes. Su risa resonaba en el cenit del cielo y la oían seres de todos los reinos. Bañaba a los músicos de oro y plata. En público y en privado la gente abandonaba dogmas y vacíos rituales ¡persiguiendo enloquecidos el amor!”. 

 Mevleví o Derviches giradores

En el siglo XIII Rumi fue un defensor de las teorías heliocéntricas. De alguna forma, es como si hubiera visto la tierra desde arriba y se inspirarse para la creación de sus danzas. Como si las hubiera visto en unas fotografías, desnuda, parcheada de nubes, danzando alrededor del sol. En las fotos no existían fronteras, no había muros para la cárcel que trataba de encerrar a Caetano Veloso, o a cada persona en el interior de su nombre.
Eu estou apaixonado
Por uma menina terra
Signo de elemneto terra
Do mar se diz terra à vista
Terra para o pé firmeza
Terra para a mão carícia
Outros astros lhe são guia...

Eu sou um leão de fogo
Sem ti me consumiria
A mim mesmo eternamente
E de nada valeria
Acontecer de eu ser gente
E gente é outra alegria
Diferente das estrelas...



 



 

NOTAS
(1) Extraido de la entrada “Las fronteras son un invento” que puede leerse al completo en http://www.eduardpunset.es/7381/general/las-fronteras-son-un-invento

(2) Mevleví o Derviches giradores es una orden (tariqa) de derviches de Turquía, fundada por los discípulos poeta Sufí Jalal al-Din Muhammad Rumi en el siglo XIII. El centro de la orden está en Konya, (Turquía). Se les conoce como Derviches giróvagos o giradores porque tienen una ceremonia de danza-meditación, llamada Sema, que consiste en una danza masculina acompañada por música de flauta y tambores. Los danzantes, giran sobre sí mismos con los brazos extendidos, simbolizando "la ascendencia espiritual hacía la verdad, acompañados por el amor y liberados totalmente del ego". La ceremonia se originó entre los místicos de la India y los sufís turcos. El Sema, como ceremonia mevleví, fue proclamada en 2005 e inscrita en 2008 en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Los mevlevíes (de la voz árabe mawlana, mevlana en turco, "nuestro maestro", sobrenombre de ar-Rumí), alcanzan el éxtasis místico (uaÿd) en virtud de la danza (samá’), símbolo del baile de los planetas. (Tomado de la wikipedia).

(3) El sufismo y sus practicantes están agrupados en distintas hermandades (tariqa, pl. turūq) que persiguen la purificación del alma humana (nafs), la consecución del Conocimiento divino (ma'arifa) y la realización de la Realidad Divina (haqīqa), a través de las enseñanzas espirituales que brinda la Revelación (el Corán y la sunna, principalmente), de manera secundaria a los dichos y experiencias de otros profetas y los santos, y la práctica de un camino espiritual a través de la guía de un maestro autorizado (que posee una cadena iniciática, silsila). Las diferencias entre ellas se deben más que a una cuestión de principios a las características especiales que les infunden los grandes maestros de cada cadena iniciática. (Tomado de la Wikipedia).

El sufismo (el tasáwwuf) es lo contrario de lo que muchos piensan. En primer lugar, el sufismo es el Islam, es la profundización en él. El sufismo no es anterior al Islam, ni es una ‘herejía’ del Islam... Presentar el sufismo como algo desligable del Islam, o algo por encima del Islam, es engañar, es buscar una clientela fácil entre quienes se apuntan a cursillos de espiritualidad... el sufismo no es ‘esoterismo’, ni ‘ocultismo’, ni ningún morbo de esa clase. No es una ‘secta secreta’, ni es la ‘masonería’ del Islam…el sufismo infinitamente más serio y de raíces más en la tierra… los sufíes son ‘gentes normales’… nada tiene que ver eso con los remedos de disidencias místicas que se dan en Occidente… El sufismo no es ‘sentarse a escuchar a un maestro y quedarse embobado’. El embobamiento no cambia nada en el corazón del que escucha. El sufismo es Yihâd, es lucha interior y exterior, es esfuerzo continuado sobre una senda exigente… El sufismo no es una terapia, ni es un conjunto de ejercicios de respiración o relajación o meditación, ni es danzas exóticas y cánticos agradables… es vivir el Islam con nobleza e intensidad hasta la sabiduría y hasta la paz absoluta. Es la emoción del musulmán en el Islam… reconciliación con la vida y con el Creador de la vida, y es subordinación total al Señor de la vida, fluyendo en paz con su Voluntad hacedora de cada instante, es entregarse a Allah sin amaneramientos ni bobaliconería. Lo que mana de esa relación es la Belleza que embriaga a los enamorados de Allah y de su Mensajero. (Tomado de la web musulmanesandaluces.org, en concreto del artículo “Cuidado con el sufismo” que puede leerse completo en el enlace: http://www.musulmanesandaluces.org/hemeroteca/38/cuidado_con_el_sufismo.htm)

(4) Místico sufí, pensador y poeta, Muhyiddin Muhammad Ibn al-Arabi es uno de los mayores maestros espirituales de la historia. Nació en Murcia, al-Andalus, en el año 1165 d. C., y sus obras han tenido en todo el orbe islámico un enorme impacto que durante el pasado siglo se ha hecho extensivo a todo el mundo, dado que las ideas de este andalusí universal resultan hoy en día sumamente relevantes e inspiradoras. (tomado de http://www.ibnarabisociety.es/)

jueves, 22 de enero de 2015

Flamenco-Jazz: historias.



            Para que la fusión denominada Flamenco-Jazz pudiera acontecer había de ser necesario un largo camino, literal y simbólico, que había de arrancar de latitudes remotas en el espacio, el tiempo y la conciencia. Historiar cualquier estilo musical puede desembocar en un abismo que se remonta los orígenes de la humanidad, el investigador ha de ser cauto y preciso en los límites y admitir, que todo intento de revelación será siempre una revelación inconclusa. 


            Para que el Flamenco emergiera fue preciso un viaje milenario, el de los gitanos de Rajastán, al noroeste de la India, hasta el solar ibérico. Del mismo modo, fue necesaria la coexistencia entre judíos, árabes y cristianos. No puede contemplarse una historia del Flamenco sin rastrear la influencia musical que Zyriab ejerció desde Córdoba o sin los cantos judíos, pero tampoco sin las músicas paganas anteriores al imperialismo romano. Pero si algo es ineludible en su historia es la marginación de los pueblos, el dolor sobre dolor acumulado en las generaciones. El Flamenco nace en el seno de la pobreza, de los alejados, en el hondo centro de las periferias. 


            De la misma forma, todo intento de acercamiento a las raíces del jazz es estéril si no se contempla el viaje desde África hasta los campos de Norteamérica, sin la trata de esclavos, sin las largas jornadas de trabajo, sin condenas perpetuas y violentos excesos, sin la segregación racial y el ansia de libertad.


            Como sucede con las palabras que definen el espíritu del Flamenco y el Jazz (ver nuestra entrada anterior Jazz-Flamenco: etimologías), el enigma de su historia se pierde en el tiempo, permanece irresoluble, se torna infinito. Al oír la fusión contemporánea entre ambas músicas se pueden oír los primeros pasos en Rajastán o el crujir de los barcos de esclavistas; ver el erótico balanceo de las bailarinas de Gades o la desnuda fuerza de la danza africana; oler el aroma las tabernas y los burdeles; palpar la firmeza de la azada o la suavidad del algodón; gustar la sal y el azúcar; presentir, al cabo, cada estrato original y único que ha dado forma y posibilidad a una mezcla que testifica, al modo de los estudios geológicos, todo el dolor acumulado, el exorcismo y la libertad.          

 Video de con Jerry González a la trompeta y Niño Josele a la guitarra. 

Video con Paco de Lucía a la guitarra y Chicck Corea al piano. 

Actuación completa del Flamenco Jazz All Star en Montreal: 
con Jorge Pardo al saxofón y flauta, Carles Benavent al bajo...