Para que la fusión denominada
Flamenco-Jazz pudiera acontecer había de ser necesario un largo camino, literal
y simbólico, que había de arrancar de latitudes remotas en el espacio, el
tiempo y la conciencia. Historiar cualquier estilo musical puede desembocar en
un abismo que se remonta los orígenes de la humanidad, el investigador ha de
ser cauto y preciso en los límites y admitir, que todo intento de revelación
será siempre una revelación inconclusa.
Para que el Flamenco emergiera fue
preciso un viaje milenario, el de los gitanos de Rajastán, al noroeste de la
India, hasta el solar ibérico. Del mismo modo, fue necesaria la coexistencia
entre judíos, árabes y cristianos. No puede contemplarse una historia del
Flamenco sin rastrear la influencia musical que Zyriab ejerció desde Córdoba o
sin los cantos judíos, pero tampoco sin las músicas paganas anteriores al
imperialismo romano. Pero si algo es ineludible en su historia es la
marginación de los pueblos, el dolor sobre dolor acumulado en las generaciones.
El Flamenco nace en el seno de la pobreza, de los alejados, en el hondo centro
de las periferias.
De la misma forma, todo intento de
acercamiento a las raíces del jazz es estéril si no se contempla el viaje desde
África hasta los campos de Norteamérica, sin la trata de esclavos, sin las
largas jornadas de trabajo, sin condenas perpetuas y violentos excesos, sin la
segregación racial y el ansia de libertad.
Como sucede con las palabras que
definen el espíritu del Flamenco y el Jazz (ver nuestra entrada anterior Jazz-Flamenco: etimologías), el enigma de su historia se pierde en
el tiempo, permanece irresoluble, se torna infinito. Al oír la fusión
contemporánea entre ambas músicas se pueden oír los primeros pasos en Rajastán
o el crujir de los barcos de esclavistas; ver el erótico balanceo de las
bailarinas de Gades o la desnuda fuerza de la danza africana; oler el aroma las
tabernas y los burdeles; palpar la firmeza de la azada o la suavidad del
algodón; gustar la sal y el azúcar; presentir, al cabo, cada estrato original y
único que ha dado forma y posibilidad a una mezcla que testifica, al modo de
los estudios geológicos, todo el dolor acumulado, el exorcismo y la libertad.
Video de con Jerry González a la trompeta y Niño Josele a la guitarra.
Video con Paco de Lucía a la guitarra y Chicck Corea al piano.
Actuación completa del Flamenco Jazz All Star en Montreal:
con Jorge Pardo al saxofón y flauta, Carles Benavent al bajo...