El aislamiento
de los lugares inaccesibles, como las cavernas solitarias o las montañas inhóspitas producen en el viajero
un temor súbito y profundo difícilmente explicable. Se trata de miedo a desaparecer
o a nosotros mismos, pues la soledad invita a mirarnos en el espejo de nuestra
desnudez. El dios Pan, hijo de Hermes y una ninfa, gustaba frecuentar estos
lugares, de ahí que para los griegos, fuera el eco de su presencia la que
sembraba el pánico en los hombres que se aventuraban a visitarlos.
Pan persiguió a la ninfa Siringe, de
la que estaba enamorado. Viéndose acosada, la ninfa pidió ayuda a los dioses
quedando convertida en una caña. Pan construyó con sus pedazos una flauta de
varias partes desiguales, la conocida como Flauta de Pan o Siringe. Fue ese
instrumento el que Dafnis, un pastor siciliano, aprendió a tocar aleccionado
por el dios para exorcizar su dolor.
Años antes, Dafnis había amado a una ninfa terriblemente celosa llamada Cloe.
Cuando la hija de un rey le sedujo, embriagó y condujo a la intimidad de su
cuerpo, la ninfa se sintió despreciada y
le arrebató la vista. El pastor Dafnis quedó ciego y solo. Recorrió las montañas
cantando y tocando la flauta, entregado a rememorar y enfrentar el espejo de su
soledad. Su lamento era pronunciado por el cuerpo de una ninfa como Cloe, el
cuerpo de la amante de Pan, hecha caña y sonido en los labios de la desdicha.
Dafnis aprendió a desaprender con el
sonido de la flauta, a eclipsar los recuerdos con más recuerdos, a exaltar la
memoria y combatir el olvido. Tocar la flauta era como tocar el cuerpo de Cloe,
amarla en su presente de oscuridad, acariciarla, hacerla suya haciéndola
lamento. Luego, tocando, se despeñó y murió.
Enlace al video Daphnis et Chloé (1909 - 1912) Ballet
en tres partes, de Maurice Ravel (1875 - 1937) por Montreál Symphony Orchestra and Chorus. Charles Dutoit. Cover image: set design for the
premiere of the ballet (1912), by Léon Bakst
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